“M. sufre acoso escolar” Así nos recibió una alumna en la segunda sesión de prevención de acoso escolar en un proyecto que realizamos el curso pasado. Esta forma de compartir información de manera tan abierta nos recordó a una de las estrategias utilizadas para medir la incidencia del acoso escolar y ciberacoso y saber si se está produciendo alguna situación, como ocurría en este caso, en una clase.
Existen diversas estrategias para medir la incidencia del acoso escolar. Entre ellas se encuentran las entrevistas estructuradas, encuestas, cuestionarios con preguntas abiertas, la observación y las escalas multidimensionales tipo test. A través de estos instrumentos se puede conocer la frecuencia con la que se produce acoso escolar, su duración, características y personas implicadas.
Instrumentos para medir el acoso escolar y ciberacoso
Uno de los instrumentos más utilizados es el autoinforme, en el que el alumnado debe responder preguntas sobre sí mismo en relación al acoso escolar. Generalmente, las respuestas se dan en una escala de Likert en la que deben indicar el grado de reconocimiento con el enunciado. Sin embargo, esta herramienta tiene algunas limitaciones. Entre ellas destaca la deseabilidad social, es decir, no querer reconocerse como víctima o agresor o agresora, o la falta de reconocimiento de ciertas conductas.
Algunos de los instrumentos más conocidos y utilizados de este tipo son Cuestionario de Acoso entre Iguales, 2016, European Bullying Intervention Project Questionnaire, 2012, Test Bull-S, 2006, Revised Olweus Bully/Victim Questionnaire, 2011. Estas herramientas tienen múltiples ventajas, son económicas y fáciles de realizar, permiten conocer de manera objetiva y medible la incidencia del acoso escolar. Además, son sencillas y el alumnado puede realizarlas en un corto período de tiempo y son fácilmente estandarizables y reproducibles.
Nominación por pares
Por otro lado, el acoso escolar es una problemática que no se produce de forma privada ni secreta. Cuándo sucede una situación de acoso o ciberacoso entre iguales, el resto de la clase suele conocer que esa situación está teniendo lugar y a las personas implicadas en ella. Por este motivo, otra forma de medir el acoso escolar es conociendo la dinámica de la clase a través de los roles que ejerce cada alumno o alumna con herramientas de nominación por pares.
En este tipo de instrumentos se describen enunciados y las personas participantes deben señalar o nominar al resto. Un ejemplo podría ser “Está siempre solo o sola en el patio” o “Hace bromas y se ríe de los demás compañeros y compañeras”. De este modo, cada alumno o alumna debe rellenar el formulario indicando el nombre del compañero o compañera que más encaja en cada categoría. Al finalizar se analizan los resultados y se estudia quién ha salido más veces en cada una. Se obtiene así una imagen de la dinámica de la clase y de los roles que ejerce cada persona dentro del grupo. Además, ayuda a identificar si se está produciendo acoso escolar o ciberacoso o quién está en riesgo de sufrirlo o ejercerlo.
A la hora de poner en práctica este tipo de herramientas, igual que con cualquier otra, es importante recalcar que las respuestas serán anónimas. De este modo los y las estudiantes responderán de forma genuina y sin temor a que el resto de la clase conozca sus respuestas. Se evita así que se vean, por tanto, influidos e influidas a la hora de contestar.
Actualmente no existen demasiados instrumentos que sigan esta dinámica para estudiar el acoso escolar. Algunos de los más conocidos son Introducing my Classmates, 2001, o Cuestionario de Maltrato entre Iguales por Abuso de Poder, 2011.
Otras estrategias para medir el acoso escolar y ciberacoso
Aunque generalmente el acoso escolar y ciberacoso se mide a través de las personas implicadas, también existen otras metodologías de medida. En primer lugar tenemos la observación, a través de observar al grupo y observar cómo se relacionan sus miembros, se pueden obtener conclusiones sobre la dinámica de cada clase o centro educativo y conocer si existe alguna situación de acoso escolar o riesgo de que suceda. Por otro lado, también se puede estudiar la incidencia del acoso a través de la percepción del equipo docente, utilizando esta medida es posible obtener datos sobre las dinámicas de las aulas. Con esta herramienta siempre deberá considerarse que no son datos completamente objetivos y que pueden variar dependiendo de las creencias y valores de las personas encuestadas, y su formación en materia de acoso escolar y ciberacoso.
Por último, se pueden acceder a datos y estadísticas oficiales de acoso escolar a través de los casos denunciados y/o confirmados por parte de los centros educativos o el Observatorio de Convivencia, entre otros. Sin embargo, esta información no suele representar de forma fiable la realidad de esta problemática ya que en el acoso escolar y el ciberacoso existe una gran cifra negra de casos que no se llegan a notificar o confirmar.
Gracias a todas estas herramientas es posible medir el acoso escolar y conocer su incidencia y características, sin embargo, cada instrumento puede discrepar de los demás en algunos matices en la definición de acoso o de las conductas que lo consideran, por lo que siempre será necesario consultar varias fuentes para tener una idea lo más real posible de este fenómeno. Además, sería necesario estandarizar los instrumentos, las conductas y comportamientos que componen el acoso y ciberacoso para obtener resultados más reproducibles y congruentes.