Buscar
marzo 20, 2025
COSAS DE NIÑOS

“Cosas de niños” en tiempos de Covid

El 14 de marzo del 2020 se vivió una situación sin precedentes en nuestra sociedad actual, un confinamiento domiciliario como método de prevención del Covid-19. Como el resto del país, colegios e institutos cerraron sus puertas y cancelaron las clases o las adaptaron a la modalidad online. Con los centros educativos cerrados, el acoso escolar tradicional bajo sus cifras de manera total, sin embargo, su compañero, el ciberacoso, aprovechó la oportunidad para cobrar más entidad y llegar a todas las casas.

La pandemia, de la cual íbamos a salir mejores personas, ha conllevado un aumento del ciberbullying. Mientras en la televisión solo se hablaba del virus, miles de niños y niñas sufrían en silencio a otro enemigo invisible e igualmente grave.

Según un informe elaborado por el Equipo Multidisciplinario Internacional de la ONG Bullying Sin Fronteras el 33 % de los escolares, niños y adolescentes, de América Latina y España, refirieron haber sido víctimas de ciberbullying durante la cuarentena de 2020 por motivo del virus Covid-19”.

Causas del ciberacoso en confinamiento

Nos encontramos tres orígenes predominantes del ciberacoso en estas circunstancias:

  • Casos anteriores al confinamiento que perduran durante el Estado de Alarma.
  • Acoso presencial que, ante el impedimento de continuar con él de forma directa, se transforma en ciberacoso.
  • Casos nuevos de ciberacoso surgidos por las interacciones telemáticas.

Como era de esperar, los menores que ya realizaban acoso o ciberacoso continuaron con su mal hábito. Sin embargo, ¿cómo es posible que surgieran nuevos casos si las interacciones habían quedado reducidas a internet?

De por sí, el fenómeno del ciberacoso es complejo. Si a esta dificultad se le suma estrés, aburrimiento y un acceso total a internet nos encontramos con una bomba de relojería.

El estrés puede llevar a cualquier persona a desarrollar comportamientos de autoconservación y autodefensa, sobre todo en un contexto de crisis mundial. Teniendo en cuenta la etapa adolescente, es normal que estas situaciones les afecten más que a un adulto, lo que puede hacer que se vuelvan hostiles en sus interacciones con sus amigos.

El aburrimiento es otro gran enemigo para este fenómeno. El acosador considera que no tiene nada mejor que hacer y que puede ser divertido atacar a otra persona. Desgraciadamente, en muchos casos, lo que los acosadores buscan realmente no es hacer daño a la otra persona sino recibir atención, aunque sea negativa.

Las dos caras de Internet

Sobra decir que, sin internet, más de uno se habría vuelto loco. Sin embargo, esta herramienta tan útil es un arma de doble filo.

Por un lado, fue muy útil para que los menores pudieran continuar con sus estudios de forma telemática, lo que les hacía estar conectados necesariamente a ordenadores. Además, permitía estar conectados a las redes sociales para mantener el contacto con los amigos y compañeros, pasando el tiempo libre, por lo general, en internet.

Por otro lado, al aumentar el tiempo de exposición a internet, aumentan las probabilidades de verse inmerso en un delito telemático, como sería el ciberacoso. Esto, sumado al estrés de un adolescente que no puede salir de casa y al aburrimiento de un menor que ya ha visto todos los vídeos de YouTube, hace que se vuelvan más hostiles.

Toxicidad en la red

Según un estudio de L1ght , una empresa que detecta y filtra contenido abusivo y tóxico en línea, “el discurso de odio entre los niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron sus clases en línea”.

En cuanto al análisis de las plataformas de videojuegos populares, se determinó que se había producido un aumento del 40% en la toxicidad de las interacciones entre personas.

Si bien es cierto que la mayoría de las agresiones cibernéticas se realizan a través de mensajes en redes sociales y llamadas telefónicas, el aumento del uso de las plataformas de videojuegos en línea las ha convertido en el lugar ideal para la agresión virtual.

Consecuencias del ciberacoso

Evidentemente, el ciberacoso está mal, pero ¿por qué?

De por sí, el ciberacoso afecta muy negativamente al menor que lo recibe, la víctima. Esta, a pesar de que no sufre ninguna lesión física, padece un mayor sentimiento de inseguridad en comparación al acoso presencial. Esto es debido a que este tipo de ataques se repiten continuamente debido a la naturaleza de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación), pudiendo recibir un ataque en cualquier momento del día y a través de cualquier medio telemático, mensajes al móvil, mensajes en redes sociales, llamadas, etc.

A causa del impacto que producen este tipo de agresiones, las consecuencias pueden extenderse a la vida adulta e, incluso, reaparecer años después, pensando que estaba superado, perjudicando a la víctima en todos los ámbitos de su vida, personal, laboral, etc.

Si a este factor, de por sí crítico, le sumamos la situación de estrés producida por el confinamiento, nos encontramos con menores que han sufrido estrés por doble. Por un lado, estar encerrados a causa de la crisis sanitaria y, por otro lado, ser perseguidos por internet. 

Recordemos que, para muchos menores, la única forma de evadirse del confinamiento era usar internet. Sin embargo, aquellos que eran ciberacosados no tenían forma de evadirse. Esto se debe a que, si se apartaban de internet, sufrían las consecuencias del confinamiento y, si por el contrario, se refugiaban en internet, recibían ataques de compañeros de clase o conocidos. Por ello, las consecuencias tanto de la crisis sanitaria como del ciberacoso se magnificaron considerablemente para estos menores.

Aumento de las tensiones

Más allá del ciberacoso, se descubrió otro problema igualmente importante, la falta de integración escolar. Estos son casos en los que, debido a las clases online y la necesidad de relacionarse con los amigos o compañeros por internet, algunos menores descubren que no tienen a nadie de confianza con la que relacionarse en su grupo de iguales. Esto hace que generen un sentimiento de soledad, de exclusión. Son menores que interaccionan lo menos posible en las clases online, y prefieren mantenerse apartados, tímidos, sin relacionarse.

Esta soledad puede pasar desapercibida en las clases presenciales puesto que se tiene mayor facilidad para interaccionar cara a cara. Sin embargo, este problema sale a la luz en circunstancias en las que interaccionar con los amigos se convierte en una necesidad de mantenerse cuerdo.

Cómo actuar contra el ciberacoso

Desde la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar recomiendan que si el ciberacoso es “muy leve” se continúe estando en las redes sociales, pero sin enfrentarse “ni responder a provocaciones” para ver si desaparecen. 

Por el contrario, si las intimidaciones van a mayores “lo mejor es salir”, es decir, bloquear a los agresores o eliminar las redes sociales. A los padres se les aconseja, sobre todo, “apoyo incondicional, tranquilidad, que no se pongan nerviosos delante de sus hijos y que trabajen en su autoestima y confianza“. 

Dependiendo de las conductas y su gravedad, el ciberacoso puede ser constitutivo de delito. En estos casos, sería necesario ponerlo en conocimiento de la policía para que se adopten las medidas necesarias para que el ciberacoso finalice y se elimine el contenido lesivo.

Si estás sufriendo o conoces a alguien que esté sufriendo acoso escolar o ciberacoso y no sabes cómo actuar, puede solicitar información llamado a alguno de estos teléfonos, de forma gratuita, anónima y confidencial:

  • Teléfono de ANAR: 600 505 152
  • Teléfono del Ministerio de Educación 24h.: 900 018 018

Además, la Fundación ANAR dispone de chat de ayuda en su página: https://www.anar.org/

 

Alicia Gil – Marzo 2021

Queremos saber tu opinión