Cuando se habla de educación sexual para los y las menores, se habla de educar en valores, igualdad, respeto, relaciones afectivo-sexuales sanas, entre otras. Evidentemente, estos contenidos serían siempre adaptados a las edades y características propias de cada menor.
Educar en sexualidad
Aunque parezca mentira que haya que aclararlo, educar en responsabilidad no es adoctrinamiento. Del mismo modo que hablar del peligro de conducir en estado de embriaguez no incita a hacerlo, ocurre lo mismo con la educación sexual.
Enseñar que hombres y mujeres pueden quererse sin ningún tipo de problema no incita a la homosexualidad, sino que evita los delitos de odio y las agresiones homófobas al enseñar que no es algo “anormal” ni una enfermedad mental que deba ser tratada. Enseñar que la masturbación no es “pecado” no incita a la práctica de la misma. Es más, la masturbación tiene múltiples beneficios físicos y psicológicos puesto que ayuda a conocerse y aceptarse a uno mismo/a y prevenir problemas de salud mental.
Hablar y educar en todas estas cuestiones permite que, en caso de que ocurra algún acto irrespetuoso o violento, se pueda identificar, vedar, denunciar y erradicar. Esto cobra especial importancia en la prevención del ASI (Abuso Sexual Infantil), puesto que la formación a los y las menores sobre qué tipo de conductas y tocamientos tienen connotaciones sexuales y no deben permitir es fundamental para que lo reconozcan, cuenten y pidan ayuda en caso de que ocurra.
Hablar de sexualidad la naturalizan, al fin y al cabo, es inviable negar que casi todas las personas lo buscamos, lo queremos y lo practicamos. Pero esto, de nuevo, no significa que consista en decirles a niños y niñas menores de edad que lo practiquen.
Prevención de peligros y delitos
Educar en sexualidad prevendría muchísimos peligros en la edad adolescente, período en el que el o la menor suele comenzar a tener relaciones afectivo-sexuales.
El peligro está en no tener ningún tipo de información o, peor, que su único referente sea la pornografía. No saber que se pueden contraer enfermedades, no saber que se pueden producir embarazos, no saber que todos y todas tienen que desear, voluntariamente, mantener estas relaciones.
Además, se está observando un aumento preocupante de la violencia sexual en estas edades y se hace patente la necesidad de formación en este aspecto. Un claro ejemplo es lo ocurrido la semana pasada en el Colegio Mayor Elías de Ahuja en Madrid.
Existen infinidad de mitos y creencias tanto de la primera vez como de las relaciones afectivo-sexuales en general. Esto se debe a la desinformación y falta de educación en este ámbito. Todo esto nos lleva, de nuevo, a la violencia en el ámbito de la pareja que, a pesar de existir un aumento en la edad adolescente, se produce en parejas de todas las edades y tipos.
Además, esta violencia sexual ha traspasado los límites físicos, llegando también al entorno digital. En este sentido, en internet podemos encontrar acoso sexual, pederastia o difusión de contenido sexual sin consentimiento.
Inclusión en el sistema educativo de la educación sexual
Día a día se hace patente la necesidad de educar en sexualidad. Como hemos comentado, los comportamientos tóxicos, incluso violentos, dentro de una relación de pareja no dejan de aumentar. Un claro ejemplo es que los y las jóvenes siguen concibiendo los celos como algo romántico, un signo de amor y preocupación. Incluso, pueden considerar que no manifestar ningún tipo de celo es sinónimo de falta de amor en la pareja.
Por suerte, la nueva LO 10/2022, de 6 se septiembre, de garantía integral de la libertad sexual, que entró en vigencia este lunes, 10 de octubre, recoge expresamente que “el sistema educativo español incluirá, dentro de sus prinicpios de calidad, la integración de contenidos basados en la coeducación y en la pedagogía feminista sobre la educación sexual e igualdad de género y educación afectivo-sexual para el alumnado, apropiados en función de la edad, en todos los niveles educativos y con las adaptaciones y apoyos necesarios para el alumnado con necesidades educativas específicas, […].”
Esta Ley no solo recoge la obligación de educar a los y las menores en educación sexual, sino que también establece que todos los y las docentes deberán tener formación concreta para “sensibilizar y prevenir las violencia sexuales, en particular en el entorno digital”.
Además, en su artículo 19 recoge la obligación de elaborar un protocolo de actuación para la prevención, detección y erradicación de las violencias sexuales en el ámbito educativo.
Hacia una sociedad más respetuosa
Por fin se reconoce legalmente la necesidad y obligación de educar en sexualidad en los centros educativos. Esta es la única y mejor forma de prevenir la violencia sexual, desmontar los mitos de la sexualidad fuertemente implantados en la sociedad y demostrar que educar en esta materia no producirá ningún perjuicio para los y las menores sino todo lo contrario.
Queda esperar para ver cómo se traduce esto en la práctica. Si bien esta regulación es un paso muy importante, también lo es su ejecución. Que no caiga en saco roto. Que no se desnaturalicen sus principios. Que, de verdad, se consiga una educación sexual real y consecuente con los problemas que encontramos en nuestra sociedad.
Únicamente a través de la educación y prevención podremos evitar la violencia sexual que se producen en todos los ámbitos, edades y circunstancias.