La violencia de género es “violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia” (Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género)
Este problema social tiene tres elementos principales que la diferencian de otro tipo de conductas. El primero de ellos es el componente estructural. La violencia de género no es un conflicto interpersonal que surge de la interacción de dos individuos, sino que es el resultado de la desigualdad de hombres y mujeres y la situación de discriminación que sufren ellas.
Por otro lado, la violencia de género no solo busca herir o hacer daño a la víctima, como otro tipo de agresiones, sino que su principal objetivo es el control y la sumisión. El último elemento que encontramos es el aislamiento. Dentro de las estrategias de control del agresor se incluye aislar a la víctima de su entorno para dificultar la posibilidad de pedir ayuda.
La violencia de género no sigue una proyección lineal, sino que tiene un desarrollo cíclico conocido como “Ciclo de la Violencia”, como ya comentamos en artículos anteriores:
- Aumento de las tensiones.
- Explosión de la violencia y agresión.
- Arrepentimiento y reconciliación, conocido como “Luna de miel”.
Cifras de violencia de género en España
Desde 2016 las llamadas al 016, número de ayuda para las víctimas de violencia de género, han seguido una tendencia decreciente, sin embargo, en 2020, las llamadas subieron un 14,8% respecto al año anterior. Aunque esta cifra no parece significativa, si atendemos a los períodos concretos del confinamiento, un boletín publicado por la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, afirma que «durante el mes de abril de 2020 se han recibido 8.692 llamadas pertinentes, siendo la cifra más alta de los tres últimos años y la segunda más alta de toda la serie, representando un 61,1% más que en abril del año 2019 (5.396 llamadas pertinentes)».
Las denuncias, por otro lado, han seguido el camino contrario. Desde el 2013 las denuncias aumentaban cada año. Este hecho no significa necesariamente que los casos aumentasen, sino que cada vez existe más concienciación y, por ello, disminuye la cifra negra (casos no denunciados ni conocidos) y aumentan las cifras oficiales. En cambio, en 2020 las denuncias por violencia de género disminuyeron un 48%.
También disminuyeron las muertes por violencia de género, siendo, con un total de 45 víctimas, la cifra más baja desde que se empezaron a contabilizar de forma oficial. Por tanto, con todos estos datos, ¿cómo ha afectado la pandemia y el confinamiento a la violencia de género en nuestro país?
Confinamiento y violencia de género
La situación vivida en la primavera del 2020 fue difícil para todos, sin embargo, ciertos colectivos sufrieron situaciones especialmente complicadas. Entre ellos, las víctimas de violencia de género. Estas se vieron encerradas con su agresor, sin posibilidad de salir del hogar y relacionarse con más personas o buscar apoyo. Además, la situación de estrés y miedo debido a la crisis sanitaria pudo ser el detonante para una mayor violencia o, en caso de no encontrarse presente, su comienzo.
Atendiendo a situaciones anteriores similares, como los períodos vacacionales, el Gobierno anticipó este posible aumento de los casos de violencia de género y el mayor aislamiento de la víctima, por lo que tomó medidas para intentar evitarlo.
Además del número de ayuda que ya existía, el 016, con atención 24 horas, asesoramiento y ayudas especializadas en varios idiomas, las oficinas de ayuda a la víctima de cada comunidad pasaron a ofrecer también atención telefónica y telemática, y se destinó dinero a los municipios para que invirtieran en ayudas y protección, así como en campañas. Los pisos tutelados y las casas de acogida también continuaron funcionando, extremando sus precauciones.
A pesar de todas las medidas adoptadas, en la vida diaria, la víctima continuaba encerrada en casa con su agresor en una situación de estrés continuo y con mayores dificultades para pedir ayuda.
Aumento del riesgo durante la crisis sanitaria
De este modo, una de las consecuencias que tuvo el confinamiento sobre la violencia de género fue el aumento de algunos factores de riesgo:
- Aumento del consumo de alcohol durante la crisis sanitaria. Hay que tener en cuenta que el alcohol o el consumo de otras sustancias no convierte a un hombre en agresor, sino que desinhibe a aquel que ya es maltratador.
- Mala situación económica y/o desempleo. Situación que aumenta el estrés y puede ser causa de conflictos en la pareja.
- Aumento del consumo de pornografía durante el confinamiento. Aunque la influencia de la pornografía en la violencia de géneron no es un factor universalmente aceptado, no se puede negar que consumir material en el cual se cosifica y violenta a la mujer, puede tener como consecuencia normalizar este tipo de conductas y tratamientos y traducirlos al día a día, sin consentimiento.
- Conflicto y tensión dentro de una relación de pareja que, de nuevo, aumentaron durante el confinamiento debido a la estresante situación vivida.
- Falta de espacios de encuentro para mujeres en los que poder expresarse, comunicarse y buscar apoyo y asesoramiento.
- Falta de sanción para los agresores. Durante la crisis sanitaria, la violencia de género no quedó impune, sin embargo, las dificultades añadidas hicieron que descendieran las denuncias y, con ello, las sentencias. Además, algunas de las causas que ya estaban abiertas se retrasaron a causa del Estado de Alarma. Por último, también descendieron las noticias sobre casos resueltos de violencia de género, haciendo que pasara a ser, igual que años atrás, una violencia invisible.
- Aislamiento social y familiar de las mujeres.
El aumento de todos, o algunos, de estos factores propició, como hemos dicho, el aumento de la violencia ya ejercida o la aparición de violencia que no tenía lugar antes del confinamiento, aunque las cifras oficiales, como denuncias y muertes, puedan dar a entender lo contrario.
Cómo afectó a los más pequeños
Para finalizar, no hay que olvidar a los menores, víctimas directas o indirectas de esta violencia. Con el confinamiento, los hijos e hijas estaban continuamente expuestos a las agresiones. Este hecho, dependiendo de la edad, puede conllevar graves consecuencias como depresión, ansiedad, problemas físicos, baja autoestima y retraimiento, normalización de la violencia, agresividad e interiorización de la desigualdad entre hombres y mujeres, entre otras muchas. Además, pueden convertirse en el objeto de las agresiones como medio de maltratar a la mujer a través de ellos.
Silvia Rentero – Marzo 2021