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febrero 10, 2025
TELEVISIÓN Y NIÑOS

La influencia de la televisión en los niños

La televisión en nuestro país es el centro de las estancias y, por lo tanto, de nuestras vidas. Desde que se enciende la televisión hasta que se apaga pasan muchas horas sin darnos cuenta. A todos nos ha saltado alguna vez el apagado automático de la tele en 30 segundos y hemos corrido a buscar el mando porque ni siquiera sabíamos dónde estaba.  

Muchas veces la televisión es un acompañamiento, y está encendida simplemente para escuchar algo de fondo. No, no vamos a hablar de la subida del precio de la luz, aunque habría que apagarla mientras no se usa. De lo que vamos a hablar es de cómo influye en los más pequeños lo que vemos en la televisión y de los hábitos que se generan alrededor de la misma.

¿Cómo afecta la televisión a los niños?

Para los niños, la televisión es una actividad atractiva que los mantiene pegados a las imágenes en movimiento, los colores y las voces. Al principio es algo que no comprenden y que les llama la atención y, poco a poco, se acostumbran. Todos hemos oído lo de que los niños son esponjas, y es que aprenden y retienen información nueva a velocidades incalculables durante sus primeros años. Pues bien, la televisión participa del proceso de aprendizaje del niño, al igual que lo hace el resto de su entorno. Por esto es un elemento más en la formación de la personalidad, actitudes, habilidades y comportamiento de los pequeños. 

La tele niñera

Cuando en un hogar la costumbre de ver la televisión está muy arraigada, los niños suelen imitar este comportamiento y demandan la televisión como entretenimiento. Como hemos comentado, en muchas otras casas ejerce el papel de ‘compañía’, siéndolo también para los niños. Es por esto que en muchas ocasiones cometemos el error de poner a los niños de cara a las pantallas, ya sea la propia televisión o un teléfono móvil, para que se relajen. 

De esta forma, el contenido audiovisual, o la propia televisión, se convierten en una especie de niñera que evita que los niños corran por la casa o hagan ruido. Estos son comportamientos normales en los pequeños y redirigirlos hacia la televisión genera un hábito muy difícil de eliminar que, además, resta tiempo a otras tareas como el estudio, el deporte, la lectura o los juegos. 

Comer con la televisión

El momento en el que los niños empiezan a comer sólidos o alimentos triturados, es un proceso de descubrimiento para ellos. Pasan de la leche materna o de fórmula a descubrir nuevos sabores y querer experimentar con la comida. Todo este proceso de experimentación al que se enfrentan queda anulado en el momento en el que los ponemos a comer delante de una pantalla. El niño deja de fijarse en lo que come, en los nuevos sabores y hasta en la cantidad que come y, simplemente, abre y cierra la boca cuando se lo dicen. 

Automatizar la alimentación es peligroso, y no solamente en los niños, también en los adultos. Ya no solamente porque no se fijan en lo que comen, sino porque tampoco lo hacen en la cantidad, ni escuchan cuando su cuerpo está saciado. Los pequeños comen mucho más delante de una pantalla que sin ella. No porque no les guste lo que comen y mientras ven la tele no se enteran, sino porque no son conscientes de que su cuerpo les pide parar al estar inmersos en la televisión.

Todo esto no implica que no se pueda jugar mientras se alimenta a un niño, sino que el juego debe permitirle ser consciente del proceso de alimentación. De este modo, él mismo indicará cuando la cantidad es suficiente y será consciente de lo que come, de sus sabores, olores y texturas. 

Programas de tertulia

Los programas de las tardes son tradición en muchas casas. Horas y horas de programas en los que se discute, se habla de otras personas, se critica, etc. Normalmente cuidamos lo que ven nuestros pequeños en la televisión, pero cuando están expuestos a estos programas, también aprenden. 

No queremos que los niños utilicen vocabulario malsonante, pero es el que les enseñan estos programas indirectamente. No queremos que los niños agredan verbalmente o critiquen a otras personas, pero también lo aprenden de estos programas. Tampoco queremos que los niños consideren válidas actitudes de críticas, venganzas, violencia, etc. Ni queremos que nos rebatan a gritos o consideren que el más violento es el que tiene la razón, pero lo aprenden de estos programas. 

A edades tempranas, los niños aprenden por imitación. Por esto, debería preocuparnos que lo que nuestros hijos imiten sean las actitudes, posiciones y respuestas de los tertulianos de la televisión. Es primordial enseñar con el ejemplo, empezando por las actitudes de los propios padres, y siguiendo por las de su ambiente. Por esto, si queremos que la educación que nuestros hijos reciben de nuestra parte sea consistente y efectiva, hay que evitar malos modelos de conducta, incluidos los que proporciona la televisión. 

Las noticias 

En las familias españolas es común ver las noticias a la hora de comer o cenar. Queremos saber qué está pasando en el mundo, pero los niños no deberían verse expuestos a edades tempranas a las realidades que muestran los noticiarios. Guerras, enfermedades, asesinatos, y otros tantos sucesos violentos que se repiten día tras día. 

Aquí entra en juego lo que se denomina ‘normalización de la violencia’. Este fenómeno se ha dado durante la pandemia del Covid de forma masiva, pero es un buen ejemplo para entender a que se refiere. Al principio de la pandemia, las cifras de muertos por esta iban subiendo todos los días. Se abrían noticiarios con números muy altos que nos provocaban un vuelco en el cuerpo. Meses después, las cifras de fallecimientos seguían subiendo y casi todos lo habíamos aceptado hasta el punto de no sentir nada ante tales números. Esto es normalizar las muertes. 

Entonces, cuando un niño escuche por primera vez que alguien ha desaparecido, o que han asesinado a una persona, tendrá miedo. Cuando lo escuche una segunda vez, y además oiga que han pegado una paliza a otra persona, su reacción ante los sucesos será menor. Llegará un punto en el que el menor lo haya oído tantas veces que para el pequeño una muerte no signifique nada, y esté acostumbrado a esa violencia en el mundo que le rodea. 

Este fenómeno es peligroso, no solo por la normalización, sino porque puede llevar al menor a tener actitudes violentas hacia los demás, igual que lo que ha visto en la tele. 

No solo los videojuegos son violentos

La mayoría de los adultos nos preocupamos por la violencia en los videojuegos que utilizan a diario los más pequeños. Desde que tienen un primer contacto con los videojuegos, controlamos que el contenido no sea demasiado violento. A medida que van creciendo, los videojuegos suelen aumentar la violencia y es más difícil controlarlo cuando son adolescentes. El problema es que este tipo de juegos les atraen, porque no les asusta, repugna o remueve la muerte y la violencia, porque la han normalizado. 

Hay que tener en cuenta que los menores se ven expuestos a estímulos violentos que no provienen únicamente de los videojuegos. Toda violencia en el entorno del menor repercute en este y hay que tenerla en cuenta. Los programas de tertulia, noticiarios, películas y series a las que pueden acceder los menores también son violentos, aunque no haya armas y sangre, y también debemos mantenerlos alejados y protegerlos de estos. 

Ser padres no es fácil

Vistos algunos de los problemas a los que nos enfrentamos a consecuencia del contenido audiovisual que consumimos los adultos y que repercute en los niños, y cómo les afecta a estos la televisión, hay que recordar que cada estilo de educación es único. Es importante estar informados como padres de todo aquello que afecta a nuestros pequeños, pero eso no implica atender a todos los consejos como una máxima. Al final, todos hacemos todo lo posible por educar a nuestros hijos lo mejor que podemos. 

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