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abril 1, 2025
Portada del artículo "La ciencia detrás de la violencia"

La ciencia detrás de la violencia

Como criminólogas sociales solemos enfocar y tratar la violencia desde su perspectiva social, valga la redundancia. Sin embargo, no se puede olvidar el componente biológico detrás de las agresiones y que influye en el hecho de que unas personas sean más violentas que otras.

Para acercarnos a la ciencia detrás de los actos violentos, es necesario que distingamos entre los conceptos agresión y violencia y, por tanto, entre ser una persona violenta o una persona agresiva. La agresión es una reacción innata, una respuesta biológica de defensa ante un estímulo que se interpreta como un potencial peligro. Esta respuesta constituye una conducta destructiva o punitiva hacia otra persona, el entorno e, incluso, sí mismo o misma. 

Por otro lado, el término violencia hace referencia a ejercer un daño físico o psicológico hacia otra persona con el fin de conseguir algún objetivo concreto, por lo tanto, la violencia es premeditada y utilizada de forma consciente e intencional por la persona que la ejerce. Esta diferenciación conlleva que, mientras todas las especies animales pueden ser agresivas, solo unas pocas son violentas. 

Entonces, biológicamente, ¿hay personas más agresivas que otras?

Sí y no. Efectivamente, existen factores biológicos y genéticos que harán que ciertas personas tengan más predisposición que otras a llevar a cabo una respuesta agresiva. Sin embargo, hablamos de probabilidad y, al final, todo el mundo es libre de llevar a cabo esa respuesta agresiva o no.

Pero antes de continuar, veamos cuáles son esas variables predisponentes de la agresión. Dichas variables son los llamados factores de riesgo, es decir, un elemento cuya presencia aumenta la probabilidad de que se produzca cierta situación, en este caso, la respuesta agresiva. Como bien indica la definición, hablamos de probabilidad o posibilidad, no de certeza.

La bioquímica juega un papel importante en la regulación de la agresividad, en concreto, el sistema endocrino (las hormonas) es de los elementos más importantes en la respuesta agresiva. Las hormonas que han demostrado ser más eficaces a la hora de predecir la agresividad son la noradrenalina, la testosterona y el cortisol.

En el caso contrario se encuentra la serotonina, un neurotransmisor también conocido popularmente como hormona de la felicidad. Estudios han demostrado que niveles bajos de serotonina implican un aumento del comportamiento agresivo, por lo que se puede inferir que unos correctos niveles de esta hormona supone un factor protector de la conducta agresiva.

Además, el cerebro también está implicado en la conducta agresiva, en concreto, los lóbulos frontal y temporal, el sistema límbico y la amígdala. Por último, también se ha observado una disminución de la materia gris en el cerebro de personas agresivas o violentas.

Más factores de riesgo de la conducta agresiva

Por otro lado, algunos factores de riesgo relacionados con el desarrollo de la persona y su aprendizaje son:

  • Edad: algunos momentos vitales están marcados por un aumento de la conducta agresiva, bien por no conocer otra forma de autorregulación y gestión como son los primeros años de vida, o bien por momentos de cambios a nivel hormonal y personal como es la adolescencia.
  • Bajo autocontrol e impulsividad, definida como la tendencia a recapacitar menos que la mayoría de la gente con iguales capacidades antes de realizar una acción, hace que de forma más propensa no se inhiba la respuesta agresiva y, por tanto, se materialice la agresión.
  • Distorsiones cognitivas que tienen como consecuencia una interpretación errónea de un estímulo o situación como potencialmente peligrosa y, por tanto, aumenta las posibilidades de que se reaccione de forma desproporcionada y agresiva.
  • Baja tolerancia a la frustración, que transforma los sentimientos de incomodidad, malestar o molestia ante no conseguir lo que se quiere en respuesta agresiva contra aquello que lo ha provocado o el entorno más cercano.

Sin embargo, hasta ahora hemos estado hablando de agresión y no violencia, pues como explicábamos al principio, la agresión es una respuesta biológica y la violencia es aprendida. 

Recapitulemos, ¿una mayor agresividad pronostica una mayor violencia? 

Sí. Aunque se puede ser una persona violenta sin ser una persona agresiva, recordemos que existen muchos tipos de violencia, una mayor agresividad sí conlleva un mayor uso de la violencia cómo método para conseguir aquello que se quiere o como respuesta ante los estímulos del entorno.

Aún así, este artículo es un pequeño resumen de algo tan complejo y complicado como es el componente agresivo y violento del ser humano y qué lo produce. Distintas disciplinas científicas llevan años estudiando este fenómeno y, por tanto, existen miles de teorías y explicaciones para estos conceptos. Así que si te interesa el comportamiento humano, no dudes en buscar e indagar más sobre el emocionante conocimiento de nuestro ser.

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